Chernobyl Series II – Capítulo 2 – Desde el Este…

Ha llegado el momento, volvía a Chernobyl por segunda vez, y esta vez con pase «VIP»

El capítulo se llama «Desde el Este» porque en esta ocasión no hacía la ruta de los turistas, desde el sur por el check point de Dytyatky, lo hacía desde el Este, desde Slavutych.

Son las 6:45, mi mujer lleva despierta desde las 6:20, estamos en Tallinsky, uno de los barrios de Slavutych, tomando el café sentados en la cocina, a través de la ventana divisamos todo de color blanco hasta perder la vista en el horizonte, estamos en diciembre, y los coches llevan el juego de ruedas de invierno, aquí con el invierno poca broma, pero se divisa un apacible día donde el mercurio se mantendrá en -3º, eso sí, el sol ni esta ni se le espera en todo el día.

A las 7:40 sale el tren con destino Chernobyl repleto de trabajadores hacia la central, apuro el café, tenemos unos 10 minutos andando.

Nos ponemos los abrigos y demás mullidos accesorios invernales y nos dirigimos hacia la estación, paseando por un precioso paisaje urbano repleto de nieve.

Al llegar a la estación nos espera Irina, una amiga de mi mujer, una gran persona, ella es la responsable de prevención de riesgos laborales, trabaja en el mismo despacho que mi mujer, creo que todos sabemos cual es la función, la importante función de la persona encargada de que se cumplan las medidas de seguridad y proporcionar planes y equipamiento para la seguridad de los trabajadores.

Al ver el tren y saludar a Irina me despejo del todo, aunque el frío y el precioso ambiente invernal ya me tenía bastante espabilado.

El tren parado en el andén, los trabajadores entrando, yo saco algunas fotos, tampoco nada descarado, la gente va a trabajar, es temprano y no es plan de incordiar con la camarita, veo como la gente va tomando su lugar en el tren.

Al entrar, mi mujer me dice de avanzar por los vagones, ellas siempre se sientan en el mismo sitio, mismo vagón, mismos asientos, 14 años dan para cogerle mucho cariño al lugar que te lleva al trabajo.

Mi mirada va oscilando entre observar el vagón, la gente y seguir los pasos de Irina y Natasha, al final llegamos al lugar donde se sientan normalmente, hay otra amiga que hace ese recorrido, también se llama Natasha, muy agradable, nos saludamos.

Escaneo el tren, un vagón sin muchos aderezos, parecido a aquel Talgo gris y rojo que circulaba hace décadas por las vías españolas, como en todos los trayectos al trabajo, cada uno pasa el rato como puede, unos duermen, otras juegan a las cartas, otros con el móvil, nosotros teníamos bastante de que hablar.

Entre conversación y conversación mantenía la mirada fuera del tren, esos parajes nevados, una Bielorrusia cubierta con un manto blanco, los esqueletos de los arboles y algunas casas aisladas le daban algo de relieve al paisaje.

Cruzamos el río Dnieper, frontera natural con Bielorrusia, lo hacemos por un precioso puente de celosía arqueado que durante unos segundos cambia el sonido del traqueteo del tren, las vistas son una pasada…

Estamos dentro de Bielorrusia, pasamos un par de estaciones cerradas, más paisaje invernal y entramos otra vez en territorio ucraniano, estamos cruzando el río Pripyat, la estación esta cerca y el tren va reduciendo su velocidad paulatinamente hasta detenerse en Semykhody.