Chernobyl Series – Capítulo 9 – Día 2 – Primeros pasos por Pripyat…

Sobrecogido todavía por la trágica historia del «Puente de la Muerte», circulamos hacia la ciudad fantasma, llegamos justo a la frontera donde acaba la carretera y empieza la avenida de entrada a Pripyat, una barrera y otro «Check Point» militar, el tercero del día…

Previamente, Igor, me había dado un papel a modo de «disclaimer», el cual debía firmar, y que en él se exponía la típica «lavada de manos» de las autoridades, en este caso ucranianas, por todo aquello que te pudiera pasar allí, es lógico, no estas en un centro comercial, ni en un «resort» con pulserita «todo incluido», es una zona hostil, ellos y tu lo sabéis, por si acaso llevo dos seguros personales, el que contrate en España para el viaje, y el que te obliga a contratar junto con la visita a «La Zona» el tour operador, así que entre la experiencia de Igor, mi sentido común y los dos seguros, no hay problema si en todo momento se tiene constancia de donde estas.

Éste papel se lo entregamos al militar, que le echa una ojeada rápida mientras se dirige al contrapeso de la barrera para levantarla a mano, ahora sí, bienvenidos a Pripyat…

Lo primero que me llama la atención al cruzar la barrera es una cruz y un cristo, junto a una señal de alta radiación, es como tener juntos a Dios y el Diablo a un metro de distancia entre ellos.

Al llegar a este punto, Igor hace un giro un poco brusco a la izquierda y se mete por una calle paralela a la avenida que parecía como más principal, miro hacia esa avenida y veo que no hay asfalto y esta todo el suelo removido, parece que las tareas de descontaminación han pasado por aquí.

Avanzamos ya por las calles de Pripyat, miro por la ventanilla del coche y apenas puedo ver los edificios debido a la alta y frondosa vegetación que invade las calles, aquí una cosa esta clara, manda la naturaleza…

Llegamos a una zona un poco mas amplia de lo que había visto durante los minutos anteriores y paramos, al bajar, Igor me dice que caminaremos ahora sobre una hora seguida mas o menos, me preparo la cámara, el móvil, y el kit de limpieza de la óptica, ya que estaba cayendo una «agüilla» fina que acababa mojándola si no le pasaba la balleta con frecuencia.

Igor me comenta que como lo hacemos para comer, que tengo mesa reservada en la cantina de Chernobyl, le pregunto que tiene pensado, y me dice de hacer la visita del tirón y comer a las 5 de la tarde, eran las 12 de la mañana, y ya estaba empezando a tener «gusilla», así que saco la lata de Pringles, perfectamente cerrada, aséptica y recubierta de metal que había comprado en Kiev el día anterior, el mejor envase para llevar a un sitio de estos, os lo aseguro.

Ya andando nos acercamos a los primeros edificios, un supermercado y junto a él un restaurante, del restaurante solo quedaba el letrero de la terraza, y del supermercado se ven sus muebles metálicos donde en su día se vendían los víveres que compraban los vecinos de Pripyat, encima de ellos, carteles azules indicando los productos que se podían encontrar en cada zona.

Reconozco que en este punto del viaje estaba un poco perdido, se que esta prohibido por el gobierno ucraniano entrar en los edificios, pero al contratar el viaje Natasha me dijo que al ir yo solo y ser un tour personal podía meterme sin problemas, pero bueno, como Igor no me había dicho nada y el sitio no tenia nada más de lo que se ve desde la calle no entré.

En la pared del supermercado se ve un dibujo hecho a «spray», por un grupo de grafiteros alemanes en 2006, una niña sobre un balón grande de goma, y junto a ella, a un niño haciendo burla, también había un carrito de la compra pequeño, de los que los padres le cogemos a los crios para que nos dejen hacer la compra tranquilos…

Junto al supermercado y pegado a él físicamente estaba un restaurante, que como dije antes no tenia nada, incluso su fachada estaba ya cubierta por arboles y vegetación, apenas dejaban ver el letrero que dice «Restaurante»

Continuamos andando Igor y yo, y me indica símbolos soviéticos de la época en las azoteas de los edificios, la hoz y el martillo coronaban muchos de los bloques de viviendas de Pripyat, de «corte» típicamente comunista, todos casi iguales, aunque se dice que en Pripyat se vendía hasta Chanel Nº 5, el «partido» mimaba mucho a sus cerebros, y más si tenían que ver con la energía o armamento nuclear.

Continuamos andando… me sentía como si me acabara de bajar de una maquina del tiempo a lo «Marty McFly» en «Regreso al Futuro» (aquí combustible nuclear para volver al presente no me iba a faltar…), estaba envuelto en una nube de emoción, historia, tragedia, estaba con los 5 sentidos a pleno rendimiento, no era para menos… ya había dado mis primeros pasos por Pripyat…

Pero esto nada mas ha hecho que empezar…