Chernobyl Series – Capítulo 7 – Día 2 – El reactor nº 4…

Ahora sí que si, ya estaba en uno de los destinos prioritarios de mi viaje, ya había tenido la central a cruce de calle, bueno y la sigo teniendo, ya que al montar en el coche tomamos una carretera que discurre paralela a la central por la otra parte de la que está el memorial, pasamos el reactor 1, el 2, edificios anexos, kilómetros de tuberías, torres eléctricas y cableado de alta tensión…

Tomamos una curva y entramos en un aparcamiento, dejamos el coche y al bajarme, Igor me da las instrucciones fotográficas de esta parte del camino, no hacer fotos a las medidas de seguridad, cámaras de vigilancia, edificio de la constructora del nuevo sarcófago ni a los trabajadores que anden por allí, como siempre le respondo con un claro «no problem».

Una vez recibida la normativa, me doy la vuelta y camino unos metros…

Me paro y por fin tengo ante mí lo que venía a ver… el reactor número 4 de la Central Nuclear de Chernobyl, ¡¡¡ POR FÍN !!!

No me lo podía creer, casi necesito pellizcarme para comprobar si era verdad o estaba tirado en mi cama soñando, pero una ligera lluvia que me acaricia la cara me da la prueba de realidad, sí, estaba en Chernobyl.

Me quedo estupefacto, petrificado, ante tal dramática belleza, estaba delante del «artefacto» que dejó deshabitada una amplia extensión de terreno de decenas de miles de km2, desplazó a cientos de miles de habitantes, mató a miles de personas, y a otras que las dejaría enfermas de cáncer hasta su muerte.

La primera sensación que percibí en ese lugar fue sobre todo de éxito personal, estaba allí, a algo más de 3.000 km de mi casa, yo solo, guisado y comido como «Juan Palomo».

Mi entusiasmo y excitación estaban en mis máximos históricos, tenía ante mí el reactor maldito cubierto por su primer sarcófago, ese que se construyó para contener la radiación y que ya estaba «caducado», y a la vista está que el pobre necesita ya una jubilación, de hecho su sustituto estaba muy cerca.

Me acerco todo lo que puedo al reactor, lo tengo enfrente de mí, a mi izquierda tengo una especie de monolito de piedra y mármol, tallado en dicho monolito esta una campana y unas manos que cubren el reactor, no hace falta imaginar ni pensar mucho en su significado, está bastante claro, esas manos son las de los liquidadores que contuvieron la furia atómica, éste monolito está dedicado a ellos, a las miles de personas que dieron su vida por las de los habitantes de Europa, si, por la tuya, por la mía, si estos hombres no hubieran hecho lo que hicieron, una segunda explosión cientos de veces más fuerte que la primera, que ya de por si emitió mas radiación que 400 bombas de Hiroshima, ésta segunda explosión habría dejado inhabitable media Europa, en el monolito habían placas en varios idiomas que decían «A los héroes, profesionales que protegieron al mundo del desastre nuclear», éstos hombres se merecen no uno, si no miles y miles de monolitos, memoriales y recordatorios, algunos de estos hombres recibieron una dosis de radiación cincuenta millones de veces lo que una persona puede asumir sin ser perjudicial para la salud.

A ti que estás leyendo estas líneas, cierra los ojos un momento y sin necesidad de hablar di gracias, ya que por ellos puedes estar ahora tranquilamente leyendo esto en el punto que estés de Europa.

A mi derecha tengo el edificio de unas empresas constructoras, también veo algún que otro operario ataviados con sus cascos, monos y maletines con la comida, otros en la puerta fumándose un cigarro, como si estuvieran trabajando en cualquier calle de nuestras ciudades, aparentemente ignorando el peligro que allí duerme, ya que el núcleo sigue fundido bajo toneladas de arena, arcilla, plomo, dolomita y boro absorbente de neutrones.

Junto al edificio, el nuevo sarcófago, está construido al 50%, Igor me dice que su fecha prevista de finalización es en 2016, y que tendrá un tamaño del doble de lo que estoy viendo.

En este punto le pido a Igor el dosímetro, como no, había que hacer las fotos «de manual» en esta zona, la central con el dosímetro en primer plano.

El dosímetro indicó un máximo de 4,41 micro Sievert, recordemos que la radiación natural esta entre 0,15 y 0,30 micro Sievert, aquí ya había unas cuantas veces más, Igor coge el dosímetro y lo apoya delante del monolito, quedando éste entre medias de la central y el dosímetro, inmediatamente el nivel baja a 0,15 micro Sievert, así que con una buena protección la radiación se puede «domar», de hecho, te obligan a ir con manga larga y pantalón largo, así como botas que cubran todo el pie, así evitamos en la medida de lo posible que se peguen partículas radioactivas en la piel.

Hice fotos, video, y me recree lo suficiente para darle a mi cuerpo la dosis de Chernobyl que necesitaba sin llevarme más dosis de radiación de la que era estrictamente necesario.

Y Pripyat estaba cada vez mas cerca…