Chernobyl Series – Capítulo 18 – Día 3 – Escuela infantil
Todavía recuperando el aliento después del palizón de subir a la azotea de un piso 16 me meto en el coche de Igor y nos dirigimos al siguiente punto a visitar.
Como en ocasiones anteriores, no podemos seguir mas con el coche por una calle, debemos dejarlo y continuar andando entre los árboles.
Ya llevo unas cuantas horas andadas por Pripyat pero no deja de sorprenderme como la naturaleza sin la actividad del hombre y poco a poco, va reclamando su terreno, lenta pero implacablemente.
Igor me señala unos cochecitos de juguete a la puerta de un edificio, creo que me imagino lo que había dentro, una escuela infantil…
Nada mas entrar la vista es sobrecogedora, una sala llena de sillitas de madera pequeñas, una cocinita de juguete y muchos juguetes por todos los sitios, en la escuela infantil todo era aprender divirtiéndose.
Aparte de los muñecos de goma, veo muchas piezas de juegos de construcciones y varias muñecas, algunas en las estanterias, como si literas fueran…
En el aseo veo una pila de orinales, cada uno con un número, imagino que correspondiente con cada alumno, también veo mucho zapato de crío, como si hubieran corrido descalzos en la evacuación, pero imagino que los guías, ávidos de arte los habrán sacado de las taquillas y escampado por el suelo.
En las paredes hay cuadros, dibujos, algunos de ellos con operaciones matemáticas sencillas… 5+5=10, 2+2=4, 3-1=2…
Efectivamente, llego al vestuario y están todas las taquillas abiertas y con la ropa esparcida por el suelo, 30 años de visitas, saqueos y a saber que mas no pueden dejar esto como estaba obviamente.
En otra de las salas, o aulas, encontré un armario sin puertas donde vi trabajos de los escolares, me sorprendió mucho que el papel se conservara en tan buen estado, posteriormente al enseñar las fotos, mucha gente coincidiría conmigo, las grapas completamente oxidadas, pero el papel después de 30 años siendo castigado por la meteorología es casi increíble que se conserve así.
Hay muchos trabajos, fichas con ilustraciones de objetos, botes que parecen de acuarelas, chapas, piñas, folios con papel de charol pegado haciendo figuras, etc etc, de todo lo que podemos encontrar en cualquier escuela infantil de nuestra localidad, no creo yo que el papel de hoy día dure tanto en estas condiciones.
Continuamos andando por la escuela y llegamos a una sala que por la cantidad de literas que tiene debe ser el dormitorio donde los niños dormían su siesta.
Me sigo encontrando mucho material didáctico, en este caso veo tirado en el suelo todo un mapa de la U.R.S.S. con sus repúblicas delimitadas y sus principales ríos.
Y como no, el omnipresente piano, éste empezamos a tocarlo y la verdad es que el 80% de sus teclas funcionaban, no se si las notas estarán acorde a su tecla porque no tengo ni «zorra idea» de pianos pero por lo menos sonar suenan.
Me pongo a ojear un cuaderno de operaciones matemáticas en un estado tan perfecto que temo que venga el alumno y me lo quite de las manos para continuar realizando cálculos…
Nos disponemos a dejar la escuela tranquila e ir para la salida, pero por el pasillo que da a ella, entre los cuadros con ilustraciones infantiles, me veo propaganda comunista, mucho Lenin, mucho soldado salvador, mucho héroe, adoctrinamiento temprano, desde bien pequeños.
Si alguna conclusión saco de este lugar es la relación entre educación y trabajo, coches de juguete no había, pero camiones y autobuses a «puñaos», así era el sistema educativo soviético, un sistema educativo vigilado por los «politruk», encargados de que la doctrina impartida fuera ideológicamente correcta.
Al salir de la escuela, manzanos, muchas manzanas en el suelo y en los árboles, nuevamente Igor coge una manzana y se la come, viendo lo que hizo con la otra que se comió ya paso de él, que se coma las que quiera, yo paso…
Junto a los manzanos hay un parque con columpios, pero poco queda ya, unas escaleras metálicas y una estructura para escalarla, todo lo demás, ruina y plantas…