Chernobyl Series – Capítulo 13 – Día 2 – Hospital de Pripyat…

Salimos del café Pripyat con destino desconocido, cogemos el Lacetti de Igor y recorremos unas pocas calles por las que todavía puede circular un coche, paramos ante un edificio, como todos, tras una cortina de vegetación…

Estamos entrando en el hospital de Pripyat…

Nada más entrar me llama la atención el nivel de degradación de este edificio, con sus pasillos completamente mojados por las goteras y humedades.

La humedad de este lugar se te mete hasta tocar hueso, incluso pasando por debajo de alguna puerta me caen gotas en la cabeza, espero que después de 30 años filtrándose agua esas gotas sean «buenas», de momento no he notado ninguna calvicie, bueno, excepto la que se esta gestando en mi «coronilla», pero esa es por 37 años de vida y no por dos días en un ambiente radioactivo.

Continuamos la visita al hospital, pisando sus pasillos encharcados, y empezamos a meternos en salas, despachos, estancias…

Eso si, el malasombra de Igor había parado al subir las escaleras en la planta de infantil, mas tétrico imposible, sabe lo que dar a los turistas…

Al asomarme por la primera puerta veo lo que parece ser una típica consulta, con la mesa del médico, un biombo, ampollas inyectables, vamos, lo normal de un hospital.

En la siguiente puerta, muy aséptica por cierto con sus azulejos blancos cubriendo casi toda la pared, veo lo que a mi me parece una lavandería de planta, el suelo estaba lleno de telas blancas que no llego a identificar que tipo de prenda son y un cacharro blanco con forma circular y adherido a una toma de agua y un desagüe que tiene toda la pinta de lavadora.

Al estar en la planta de infantil, bueno, mas que infantil parece que es la de maternidad al ver en una sala las cunitas donde se llevan a los niños que acaban de nacer, todas las cunas juntas, todas iguales, donde los papás se asoman a un cristal para ver a sus hijos en sus primeras horas de vida.

Cochecitos de juguete, mesitas con sillas colgando para niños, una bañera con apenas un palmo de profundidad, y lógicamente muchas habitaciones con pequeñas camas para niños ingresados.

Pasamos directamente al área un poco más médica, a los paritorios, en uno de ellos el típico potro de ginecólogo, y en la de al lado lo que parece un quirófano, todas las paredes estaban cubiertas de azulejos, aunque en muchas zonas estos azulejos ya se habían desprendido, azulejos símbolo de limpieza, no estamos en cualquier sitio, la iluminación sobre la mesa de operaciones aun sigue colgando del techo, pero lo que llama la atención es la propia mesa de operaciones, de tamaño mini…

Continuamos dando una «vuelta» por el hospital, mas consultas, mas frascos de medicamentos, pasamos por lo que parece una pequeña biblioteca, imagino que en el 86, sin el chorro de información que tenemos a un «click» de ratón, estas bibliotecas eran imprescindibles para el tratamiento y diagnóstico de enfermedades, junto a la biblioteca, dibujos de ejercicios físicos de rehabilitación, y los murales explicativos de como actuar ante un ataque nuclear americano.

Veo periódicos comunistas con la imagen de Lenin en su cabecera, que contrasta completamente con un cartel que dice «menú» rodeado de dibujos de animalitos y otras ilustraciones infantiles, donde se ponía lo que iban a comer los niños del hospital cada día.

Bajamos unas escaleras por el otro lado de la planta hacia el vestíbulo,  no sin pasar por los huecos de los ascensores, puertas abiertas y una caída de unos cuantos metros, aquí no hay mas medidas de seguridad que las que uno se quiera poner…

Al llegar a la planta baja, vemos lo que parece la recepción del hospital, con libros de registro de pacientes, un guardarropa, y un cuadro donde adivinando a duras penas con el traductor del móvil parece que es la distribución de pacientes y personal del hospital, aunque esto lo tengo por confirmar.

En una de las ultimas salas que visito esta el salón de actos del hospital, y como no, con su piano reglamentario sobre la tarima.

Salimos del hospital y me quedo un momento mirándolo por fuera una vez que ya sabía lo que había dentro del edificio que tenía en este momento delante mía.